#LaColumna: Denuncias de acoso: no todo es como lo pintan y cuentan

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Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio

Un efecto infamante es el que también está ocasionando
este degenerado derecho al que algunas mujeres recurren para tomar ventaja ante
un hombre y lavar pasados de fiestas y desenfrenos voluntarios.

Dentro de todo lo plausible y beneficioso del fenómeno “libertador” al que invitan las manifestaciones
de mujeres por la no violencia de género, hay un aspecto malsano intocable que
se empieza a normalizar.

En las denuncias de abuso y hostigamiento o acoso sexual,
particularmente, no todo es necesariamente como lo pintan-cuentan y se admite
con intransigente credulidad.

Puede no ser lo “genéricamente
correcto
”, menos en momentos de falso feminismo colectivo, pero en lo
personal siempre tomaremos con serias reservas las acusaciones que involucran
un evento de este tipo y que antes de una acción penal tenga como objetivo el
escarnio público.

Algo no nos cuadra en todos esos casos en efervescencia
que al paso de los años se revelan con la inconsistencia de quien consume drogas
por placer, pero al ver las consecuencias culpa al dealer al que frecuenta.

Y todos satanizando al distribuidor, señalando al tiradero, jamás a la “víctima” que se las compra…

Las mujeres realmente abusadas merecen la atención
inmediata que reciben y una solidaridad (sororidad, le dicen) del tamaño en que
se viralizan sus testimonios.

Pero también en alguna proporción debe cuidarse la
integridad y prestigio de quien se señala, hasta en tanto congruente y responsablemente
se pase de la presunción a la sentencia.

Este día, por ejemplo, se mantuvo en tendencia la
etiqueta #LadyManoseada; en referencia a una mujer perturbada que al verse
exhibida por un hombre que le reclama la irresponsabilidad de abandonar a sus
hijos, optó por agredirlo y culparlo de haberla manoseado.

Al final, quienes pasaban por el lugar y la veían caminar
siguiendo al joven que la grababa, sin pensarlo se sumaron a la condena del “depravado que la había manoseado”.

No leímos a muchas mujeres condenarlo, pero sí imaginamos
el desquicio de todas si hubiera sido el hombre quien reaccionara violento o acomodara
los hechos para afectar con una acusación falsa a esta madre de familia.

Por otro lado, ¿qué se estaría diciendo si no existiera
el video que demuestra la perversidad y demencia de esta mujer?

Esta ligereza de no pocas tendenciosas y nuestra
desprendida proclividad a creerles, es la que habría de reflexionarse y
discutirse.

En la Universidad de Sonora, hasta crearon una cuenta en
redes sociales y colocaron un “tendedero
del acoso
” para que por estas vías se visibilicen
los casos en donde docentes supuestamente hostigan a sus alumnas. Muy bien.

El problema vuelve a ser el mismo: la informalidad con la
que las “afectadas” publican
historias que no trascienden a lo legal –porque ellas así lo mantienen- y que más
bien parecen descargos de otro tipo.

En respuesta, el rector Enrique Velázquez refrendó su
disposición para dialogar con la comunidad feminista de la Unison, a efecto de
modificar el protocolo de atención y prevención de violencia de género.

¿Debemos crucificar
a cualquier maestro que aparece en las listas que estas mujeres circulan en
redes sociales?  No, pero tampoco los estamos
exculpando. Que el conducto sea el institucional, no otro.

Y, claro, que las alumnas realmente acosadas recurran a
todas las instancias dispuestas, dentro y fuera de la Universidad, para que el
hostigamiento padecido no quede impune.

Lo mismo para quienes soportan la narrativa de la
destrucción como única forma efectiva de protesta, y que aprovechan la
coyuntura para desacreditar a sus críticos adjudicando abusos y violencias en
años pasados.

A esas jovencitas que a los 16 años las dejan irse de
paseo a casas de Bahía de Kino, deben inculcarles que un cigarro apagado en el
brazo, los moretones y el abuso sexual no se borran ni aunque el “abusador” sea hijo de una política.     

Si ellas no están en condiciones de reaccionar, como puede
entenderse, ¿nadie de su círculo afectivo o familiar advierte lo que le está
pasando? Que la acusación parezca legítima y no una aventura de adolescencia.

Y que las historias procesalmente correctas se cuenten
con la misma intensidad, para que sirvan de ejemplo y que no se repitan los
abusos que sí sin auténticos.

Gracias y hasta la próxima con el favor   de Dios.

Rodrigo
Sotelo Mendívil

Director
General Masmedio

Correo: rodrigosotelo@masmedio.com                                                                                                                                

Twitter:
@masmedio