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La nueva normalidad no incluye barba ni bigote

Es el símbolo del macho por excelencia y en los últimos años ha vivido un auge con el ascenso de la cultura hipster. La popularidad de la barba y bigote es innegable. 


Pero en los tiempos del covid-19, sus días podrían estar contados: hay un creciente debate científico sobre si el bicho disfruta hacer del vello facial su hogar, un repositorio peligroso para quienes rodean al orgulloso barbón. 

Mientras el debate sobre si es o no peligrosa la barba se define, las autoridades en México han comenzado a indicar hacia dónde quieren inclinarse. 

A nivel federal, dentro de sus lineamientos de regreso a la nueva normalidad, la Secretaría del Trabajo dejó a la decisión de cada empresa la posibilidad de solicitar a su personal pasarse el rastrillo hasta limpiar el rostro de cualquier rastro barbado. 

El argumento central que parece estar detrás de la medida estriba en que los vellos faciales, al ser reservorios del covid-19, pueden facilitar la transmisión del virus, por lo que en el regreso a los centros de trabajo, la recomendación sanitaria será la de rasurarse. 

El doctor Mauricio Rodríguez, investigador de la UNAM asegura que “una persona que pudiera tener el virus, pues ciertamente la barba, el bigote, pudieran ser sitios donde hubiera restos de moco, restos de saliva, donde pudiera estar el virus y a la hora de agarrarse el bigote y la barba se contaminan las manos y esa contaminación de las manos se lleva las otras superficies y ahí se hace una cadena de transmisión”. 

Pero aun cuando esa es una opinión que no comparte toda la comunidad científica, junto con la barba también están en peligro de quedarse guardados los aretes, collares, pañuelos y corbatas, que fueron incluidos dentro de las recomendaciones de la Secretaría del Trabajo; al final, será cada empresa la que determine si pide a sus empleados rasurarse, dejar sus arracadas o abandonar esa corbata de seda.

Como sea, hay quienes no tienen problemas con quitarse la barba, el bigote y hasta los aretes, o por el tipo de trabajo no tienen que asumir las medidas de higiene. 

En otros casos como Karina, voluntaria del hospital Juárez, desde hace más de dos meses dejó de usar aretes, pintarse la boca y hasta sonreír como habitualmente lo hacía. Ahora ideó una nueva forma de hacerlo. 

“Nos dijeron que teníamos que cambiar algunas cuestiones en nuestros hábitos para mayor higiene, una de ellas era traer todos los días el cabello recogido, no utilizar pulseras como accesorios, anillos, aretes. A dos meses ya nos acostumbramos a este nuevo look y aunque la sonrisa no se ve a través del cubrebocas pues también aprendimos a sonreír con la mirada”, dijo. 

En varios hospitales de la Ciudad de México, fue posible verificar que algunos médicos y enfermeros optaron por rasurarse durante la contingencia. En el Hospital Juárez, por ejemplo, existe una recomendación “no formal” al personal para que rebaje lo más que pueda su barba y bigote. 

A nivel estatal, ya hay autoridades que no quieren enfrentar ninguna duda. Por ejemplo, en Querétaro, a los hombres que forman parte del personal de salud pública ya les fue solicitado quitarse la barba, como parte de las medidas sanitarias en esta contingencia sanitaria. 
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