Por
Rodrigo Sotelo / Twitter: @masmedio
Ociosa, permisiva y desenfocada, la ordinaria discusión en
redes que se generó a partir de la clausura de lo que llaman La
Carpa de los Horrores.
Como cuando los más
críticos y analíticos se desgarraban por unas rayas no pintadas en alguna calle
recién pavimentada, con el caso del referido espectáculo circense hemos leídos horrores que reflejan la tozuda estupidez de quienes tienen por
causa o profesión alimentar aversiones
y propagar distorsiones.
La moda es pelear libertades y derechos particulares,
siempre que en ello haya posibilidad de escarnio
gubernamental; sin considerar repercusiones a terceros, ilegalidades, ni aquellas amargas experiencias que nos han
marcado.
Cuestionando el hecho y no los motivos –lo que nunca
hablará de cordura o rigor periodístico-, la mayoría fustigó al alcalde Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez llamándolo
retrógrada, moralista, autoritario.
El ayuntamiento de Hermosillo canceló esta Carpa, por no cumplir ninguno de los
requisitos que la reglamentación estatal
y municipal establece para garantizar la seguridad de los asistentes a
espectáculos públicos.
Por tratarse de una representación con aforo masivo, es obligado
un dictamen de Protección Civil,
estatal y municipal, requisito indispensable para el otorgamiento de todo permiso de este tipo.
Para conseguir la anuencia y poder operar, La Carpa de los Horrores debió contar
con un programa interno de Protección Civil y permitir la revisión de sus instalaciones
por parte de inspectores de esta dependencia para valorar si cuentan con salidas
de emergencia, extintores y rampas
Además, si cuentan con personal de seguridad según el
número de asistentes o hasta si hay los necesarios espacios de estacionamiento.
Al
gobierno corresponde certificar para que ningún ciudadano
se vea expuesto a riesgo alguno.
Nada
más contundente que esta pertinente advertencia. No
encontramos un solo elemento que demuestre lo contrario a esta versión con la
que se niega la operatividad de la Carpa.
¿No es lo que siempre exigimos o a lo que aludimos,
cuando ocurre una tragedia?
¿Qué se pensaría o diría si Protección Civil permite
opere determinada guardería que no
cumple con las medidas de seguridad establecidas en la ley, solo porque algún
padre o madre de familia defiende el derecho
de llevar a sus hijos a la estancia que le plazca y bajo su propio riesgo?
“Por fin pues… por falta de seguridad o por
falta de permisos? Quien les entiende…”, nos escribieron en
el tuiter de Masmedio.
Cómo explicar que si no hay permisos tramitados, se torna
imposible que se cumplan reglamentos para que se garantice la seguridad de cualquier lugar con potencial asistencia masiva.
Presentar o entender esta pertinente actuación de la
autoridad –que muestra voluntad para cumplir su obligación- como mojigatería o exceso
de regulación, es tanto como invertir los papeles y contribuir a la cada vez
más practicada ciudadanización de la negligencia pública.
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.
Rodrigo
Sotelo Mendívil
Director
General Masmedio
Correo: rodrigosotelo@masmedio.com
Twitter: @masmedio
