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10 quejas de los hombres acerca de las mujeres

10 quejas de los hombres acerca de nosotras: 


1. Que tras coquetear
con ellos, les ignoramos
: Es un juego que a los hombres no les hace gracia. Preferirían que
fuésemos directas: que si les gustamos, se lo hagamos saber sin tantos enredos.
No les gusta nada ese jueguecito de adolescentes inmaduros en el que nosotras
nos hacernos querer para luego ponernos duras esperando a ver si vienen detrás
de nosotras. A los hombres adultos no les gusta ese juego de perder el tiempo
intentando adivinar si tienen alguna posibilidad contigo.

2. Que tenemos
fantasías románticas irrealistas:
Parece que los hombres consideran que por lo general, hemos
leído demasiadas novelas románticas o visto demasiadas películas de
romanticismo hollywoodense. Porque nuestras expectativas van más allá de la
vida real, esperando extraordinarias vivencias de pareja. La queja básicamente
es, que buscando esos momentos mágicos y cinematográficos, dejamos de apreciar
el amor que se nos entrega de forma real en el día a día, como cuando reparan
algo en nuestro baño sin que lo pidamos o apenas lo percibamos.

3. Que no comprendemos
que necesiten tiempo a solas:
Los hombres tienen ciertos hábitos para los que les gusta
estar solos, sin que les molesten. Esto suelen ser aficiones; por ejemplo, que
le guste montar maquetas, limpiar su vehículo, jugar al golf, ver fútbol en la
tele, jugar con la consola, salir de pesca o caza, etc. No te pongas celosa
cuando quiera tener ese tiempo a solas, lo necesita, es su pasión: algo que le
satisface, su forma de escapar por un rato de los problemas diarios. Si le
quitas ese rato se acabará consumiendo por la ansiedad y frustración de las
cosas cotidianas. Ese tiempo a solas le hace estar mejor, ¿tanto problema te
supone que necesite estar a solas de vez en cuando?

4. Que nos preocupa lo
que piensan, no lo que hacen:
Para empezar, los hombres le tienen pánico a esa pregunta de
“¿en qué estás pensando?” a sabiendas de que no aceptaremos la respuesta más
auténtica: “en nada”. Siempre asumimos que es mentira, que están pensando en
algo, “lo sabemos”. La cosa es que los hombres no funcionan como nosotras;
ellos no funcionan motivados por pensamientos sino por acciones. No tienes que
preguntarles en qué están pensando; lo que tienes que hacer es fijarte en qué
es lo que hacen. Si un hombre siempre te evita, no te llama de vuelta, y pasa
de ti; lo más seguro sea que no le gustes. Si siempre está atento, haciendo
cosas por ti, ofreciéndose y arreglándote cosas, seguramente le gustas.

5. Que juzgamos con
doble moral:
Los
hombres parecen creer que somos muy cínicas con nuestra doble moral. Por
ejemplo, hablamos de igualdad, y en una cita incluso nos ofrecemos a pagar
nuestra parte de lo que hemos tomado o comido. Pero si ellos aceptan, y pagan
sólo su parte, nos sentimos ofendidas. O que por ejemplo, no tengamos problema
con decir que todos los hombres son infieles, pero si ellos dicen que todas las
mujeres somos eso u otra cosa, nos ofendemos enormemente. Otra más, les criticamos
por su estado físico, que no nos gusta; pero ay de ellos si llegan a comentar
que hemos ganado un kilito si acaso. Al final, los hombres no saben cómo
actuar, y tienen miedo a tratarnos como iguales porque nosotras nos enfadamos
cuando nos tratan así. Otra más: quieres que siempre cuente contigo para tomar
decisiones, pero si lo hace le acabas diciendo que es poco hombre, muy
indeciso. Nuestra doble moral les confunde, ¿tendrán razón?

6. Que les perdemos el
respeto si se adaptan a nosotras:
Paradójico, eso parece. Cuando comenzamos una relación ellos
no son perfectos, hay cosas que nos gustaría que cambiasen… y se lo decimos.
Tal vez sea algo como sus relaciones, un deporte que realizan, una banda de
música en la que tocan, el modo en el que visten o hablan a la gente… la cosa
es que les pedimos que cambien, y cuando lo hacen, se pierde el encanto que
tenían. Tal vez deberíamos aceptarlos como son, y no intentar cambiarles; pues
será mejor si hacen lo que les hace feliz, y se sienten seguros, siendo ellos mismos;
no nuestras marionetas.

7. Que somos
emocionalmente manipuladoras:
Si hay una diferencia entre la pareja, dicen muchos hombres,
que recurrimos a volvernos especialmente emotivas, llorando y tomándolo todo a
pecho. Y claro, se sienten incapaces de dialogar con nosotras cuando estamos
así, pues si estamos llorando y siguen en sus trece, provocarán más lágrimas y
la cosa será peor aún. Pero a la vez, si se dan por vencidos y nos dejan “ganar
el debate” porque estamos llorando, eso les convierte en hombres débiles,
manejables y manipulables.

8. Que no pensamos de
forma lógica, sino emocional:
Esto vuelve locos a los hombres, y puede que tenga algo de
cierto. Incluso las mujeres más inteligentes comenten auténticas barbaridades
llevadas por las emociones. No importa lo educada que seamos, lo experimentadas
e inteligentes que seamos, si dejamos que nuestras decisiones estén llevadas
por las emociones que sentimos, nos volveremos irracionales, poco lógicas y
probablemente lejanas a la realidad.

9. Que siempre
pretendamos arreglarles:
No les gusta nada que les veamos como proyectos defectuosos que
necesitan ser arreglados. Claro que nadie es perfecto, pero es que nosotras
siempre vemos el potencial que ellos tienen, e intentamos ayudarles a sacar lo
mejor de sí mismos. Tal vez un peinado que podrían cambiar, el modo en que se
visten, el vehículo que tienen, etc. Se sienten juzgados, considerados como
defectuosos, y claro que no les gusta que siempre intentes reparar las
deficiencias que desconocían tener.

10. Que no disfrutamos
del presente:
En
comparación con los hombres, siempre estamos más preocupadas por el futuro que
ellos. Queremos saber que estaremos bien, cuál será el siguiente paso que
demos, cuando nos casaremos, cuándo tendremos hijos, cuándo tendremos la casa
soñada, cuándo podremos vivir sin preocupaciones de gastos, qué haremos este
verano, qué compraremos el mes que viene, etc. Ellos suelen vivir más en el
presente, y tanta presión por nuestra parte por lo siguiente, lo que ha de
venir pero aún no ha llegado, les hace sentir que no valoramos lo que tenemos
ahora.

© Autor: Matilda B.

 

 

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